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La ley es primitiva. La ley no entiende de compasión. Esa mujer necesita una muerte misericordiosa. ¡Ni siquiera puede pedirlo ella misma!

La hermana de quien hace la pregunta no puede pedir su propia muerte. Pero los que la aman deberían pedírselo al gobierno de su país. Deberían llevar su caso a los tribunales e insistir en que mantenerla con vida no es compasivo. No es amor, es una idea absolutamente primitiva que actualmente no se sostiene. Hay que hacerles saber que toda su familia está preparada, y que deberían liberarla de esta prisión para que pueda tener un nuevo nacimiento, un nuevo cuerpo, ojos y oídos, y volver a hablar y caminar. Su muerte no será una calamidad. Para ella será una bendición.

Te estoy dando mi punto de vista. No estoy diciendo que actúes en consecuencia, porque en tu país tal vez esto sea ilegal. Tienes que interpelar al gobierno a través de las leyes y convertirlo en una cuestión de estado, porque no solo afecta a tu hermana. Puede haber muchos otros niños y jóvenes que sufren por lo mismo, por la simple razón de que la ley no permite a los especialistas médicos ayudar a alguien a dejar su cuerpo.

Es hora de que comprendamos, la profesión médica debería comprenderlo y el juramento hipocrático tendría que dejar de ser un juramento para los estudiantes de medicina. Habría que hacer un juramento que ayude a una persona a vivir si esta puede vivir plenamente, con más belleza, pero si una persona no puede vivir y solo la estás ayudando a seguir respirando… Respirar no es vivir. En ese caso, es mejor dejarla morir. En ambos casos estás siendo compasivo. O estás sirviendo a la vida, o estás sirviendo a la muerte; eso no importa. Lo que debería importarle a tu compasión es que la persona vaya a un lugar mejor, a una vida mejor.

Todos los países deberían acordar una ley, del mismo modo que ahora las leyes de casi todos los países aceptan el control de la natalidad. En un extremo de la vida se está impidiendo que nazcan más niños. Si eso ha sido aceptado, entonces, en el otro extremo habría que aceptar que si algún anciano quiere dejar este mundo, lo pueda hacer de una forma digna. Puede llamar a sus amigos y a toda su familia. Puede vivir con su familia durante ese mes, porque ahora solo le queda un mes de vida.

El nacimiento no está en tus manos, pero al menos puedes ser libre de elegir tu muerte. Algunos gobiernos están a punto de aceptar que, en el otro extremo de la vida, también deberíamos permitir a la gente irse más rápido. El mundo está demasiado poblado. Por una parte impedimos que llegue más gente y por otra parte deberíamos ayudarles a irse, para que la población y la pobreza del mundo disminuyan.

Y no se trata tan solo de conseguir un mundo menos pobre y menos poblado, sino también de pensar en esas personas. En casi todos los países occidentales y, particularmente, en Estados Unidos, hay cientos de miles de personas que viven en los hospitales. Tienen noventa o cien años y no pueden vivir en sus casas, porque ni siquiera respiran por sus propios medios. Y seguimos manteniéndolos con vida, ¿para qué? Les ponen respiración artificial. No creo que sea agradable para ellos. Nunca volverán a su casa; morirán en el hospital. Y no entiendo qué sentido tiene seguir manteniéndolos vivos con respiración artificial. Cuando el cuerpo ya no puede respirar, ¡por favor, permítele que deje de respirar! Es algo que solo les concierne a ellos.

Estáis interfiriendo demasiado porque no les dejáis morir. Ya. están muertos y les obligáis a seguir viviendo aunque seáis conscientes de que no tiene ningún sentido. ¿Qué sentido tiene mantener con vida a miles de personas que ocupan innecesariamente plazas en los hospitales, el tiempo de los médicos, con tantas máquinas y cuidados, mientras podrían estar descansando en sus tumbas? Al cabo de dos o tres años, incluso dejarán de querer la respiración artificial. La rechazarán. Eso es lo que ocurrirá. Y esto es lo que se considera un servicio, esto es lo que se considera compasión. Esto es lo que se considera cristiano. ¡Esto simplemente es crueldad!

Dejad morir en paz a esa pobre gente. Hay miles de personas en el mundo que están dispuestas a dejar su cuerpo, porque para ellos el cuerpo solo es una fuente de dolor. Con tantas enfermedades y dolencias ya no pueden hacer nada. Ya no pueden disfrutar de nada.

Pero este mundo es muy extraño. Sigue obedeciendo antiguas leyes que han dejado de tener sentido, son solo sombras del pasado, y ahora están torturando a la humanidad sin necesidad.

Yo aconsejo que a tu hermana habría que liberarla del cuerpo, porque este cuerpo no es más que una cárcel para ella. Si la amas, tienes que decirle adiós. Con lágrimas, con tristeza, pero tienes que decirle adiós de todas formas, y tienes que meditar y rezar para que encuentre un cuerpo mejor. Pero hay que exigirle al gobierno y crear un movimiento que ayude a otras personas, y no solo a tu hermana. Puede haber muchas más personas en la misma situación. Monta todo el alboroto que puedas, solo así le permitirán a tu hermana tener una muerte pacífica. Y no te preocupes, porque su ser más profundo nunca muere.

En mi educación católica, lo más importante era ser altruista, no pensar en mí. Ahora, al recordarme a mí mismo y sentir la necesidad de ir hacia dentro, parece que tuviera que atravesar una capa de incomodidad, culpabilidad y confusión. ¿Podrías hablar sobre esto?

Todas las religiones han hecho mucho daño al crecimiento del ser humano, pero el cristianismo es el que alcanza las cotas más altas en lo que se refiere a perjudicar a la humanidad. Con bellas palabras han escondido actos horribles contra ti mismo. Por ejemplo, el altruismo: decirle a alguien que no se conoce a sí mismo que sea altruista es algo tan extremadamente idiota que no puedes creer que el cristianismo haya estado haciéndolo desde hace dos mil años.

Sócrates decía: «Conócete a ti mismo; todo lo demás es secundario». Si te conoces a ti mismo, puedes ser altruista; de hecho, serás altruista. No va a suponerte ningún esfuerzo. Al conocerte, no solo conocerás tu propio ser sino el de todo el mundo. Todo es lo mismo; hay una sola conciencia, un solo continente; las personas no son islas. Pero al no enseñar a la gente a conocer su propio ser, el cristianismo ha jugado un juego muy peligroso, un juego que además ha atraído a la gente, porque utilizan una palabra muy hermosa: «altruismo». Es aparentemente religioso, espiritual. Cuando digo: «Sé egoísta», no suena muy espiritual.

¿Egoísta?

Tu mente está condicionada a pensar que el altruismo es espiritual. Y sé que lo es, pero el altruismo es imposible hasta que no seas lo bastante egoísta como para conocerte a ti mismo. El altruismo llegará como una consecuencia de conocerte a ti mismo, de ser tú mismo. Entonces, el altruismo no será un acto de virtud, ni se hará para ganar recompensas en el cielo. El altruismo simplemente será tu naturaleza y todos los actos altruistas serán en sí mismos una recompensa.

Pero el cristianismo coloca al caballo detrás del carro:mo se mueve nada, todo está obstruido. Los caballos están obstruidos por el carro y este no se puede mover, porque un carro no se mueve a menos que los caballos estén delante, tirando de él.

Al empezar a meditar, casi todos los católicos tienen un sentimiento de culpabilidad… En un mundo tan lleno de problemas, donde la gente es tan pobre, muere de inanición, sufre con el sida, ¿y tú estás meditando? ¡Eres un cruel egoísta! Primero ayuda a los pobres, ayuda a la gente que padece el sida, ayuda al resto del mundo.

Pero la vida es muy corta. En setenta u ochenta años, ¿cuántos actos altruistas puedes hacer, y cuándo vas a encontrar tiempo para meditar? Cada vez que empiezas a prepararte para meditar ves a gente pobre, aparecen nuevas enfermedades, y hay cada vez más huérfanos y mendigos.

Una madre le decía a su pequeño: «Ser altruista es uno de los principios de nuestra religión. No seas egoísta, ayuda a los demás».

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