Faro Oriental
Diez Láminas Esotéricas
Extraídas de la revista “El Faro Oriental”
Montevideo, 1912
Unas palabras preliminares
Hace algún tiempo atrás encontré en la Biblioteca de la Sociedad Teosófica de Montevideo (Uruguay) unos antiguos ejemplares de la revista “El Faro Oriental” del año 1912, donde se analizaban diversos símbolos esotéricos mediante láminas en blanco y negro que aparecían mensualmente en la publicación.
Aunque la impresión era bastante rudimentaria, los símbolos y su análisis merecían ser rescatados y puestos a disposición de los estudiantes de la Sabiduría Antigua.
Así fue que inicié la digitalización de estos símbolos, donde en repetidas ocasiones hay que aclarar algunas palabras que aparecen borroneadas en el original o algunos símbolos que han sido estropeados por la impresión.
El trabajo está dedicado a la Logia Hiranya, pionera del movimiento teosófico en la República Oriental del Uruguay y editora de la citada revista.
Frater Phileas
Lámina 1. La Fe
La Fe
Ciérnese sobre el mundo, tocándolo apenas con el extremo de sus pies.
En medio de las nubes (Ignorancia-Cohfusión-Duda) la Fe recibe la luz de lo alto.
Por lo mismo que un fulgor celeste la rodea, no quiere conservar sus ojos oprimidos bajo la venda del dogmatismo. Quiere mirar libremente.
Ella es el principio y la base de todo estudio.
El razonamiento y la comprobación, no sólo no la contradicen, sino que la completan y la hacen fructífera.
La fe ciega es un embrión privado de desarrollo.
La fe que inspira una idea, vaga y tenue como un aliento, pero la cual, precisándose, llega á ser una verdad demostrada; esa es la fe que ha alcanzado la plenitud de su desenvolvimiento, y por lo tanto, la perfecta afirmación de sí misma.
La Fe no es precisamente creer lo que no se ha visto, sino comprender que los cimientos de lo visible reposan en lo invisible.
Es la Fe una especie de Intuición o evidencia inmediata. La Intuición es la base del conocimiento, mas no es todo el conocimiento, y este en gran parte es construido mientras se comprueba la Intuición primordial, lo que es función del Juicio.
La investigación de la verosimilitud es ya un principio de Comprobación.
Viste la Fe una túnica blanca como una página virgen.
Es, en efecto, una verdadera túnica virginal. La Fe siempre ha sido inmaculada.
Hacerla desvanecer, es posible: mancharla, no.
Los cultos, las iglesias, habrán podido ahuyentarla, huir, acaso ocultando, llena de vergüenza, el rostro entre las manos; habrán podido conservar en vez de ella, un maniquí de ojos vendados, cuyo casi antifaz hiciera más fácil la sustitución; lo único que jamás pudieron es profanarla.
La Fe está donde están la Pureza, la Verdad y la Libertad:
No se concilia con los móviles interesados;
No se aviene con el oscurantismo;
No se somete á las cadenas del dogma.
Ni en las mansiones donde la Verdad cede su puesto al dogmatismo, donde la Libertad es pecado; donde se entiende por Pureza la aridez del alma y el desecamiento de las fuentes de la vida, veis una forma temerosa y vacilante que avanza hacia un oscuro rincón y se prosterna en él; ¿creeréis que es la Fe?
– No.
Quien así se humilla en rincones oscuros es, a veces, el terror, y otras veces, la hipocresía: nunca la Fe, que permanece eternamente erguida, eternamente blanca, flotante en la luz, rozando apenas la tierra con la punta de los pies…l
Mientras su mano izquierda quita la venda, la derecha empuña el mallete, símbolo de la autoridad que confieren el conocimiento superior y el equilibrio interno.
El conocimiento superior consiste en la armonía de los contrarios, el equilibrio interno consiste en la armonía entre la Unidad-Criterio y la Multiplicidad de las facultades en general; entre la Unidad-Ser y la Multiplicidad-Humanidad; entre la Unidad-Sujeto y la Multiplicidad de objetos de percepción.
El mallete es la T, emblema del Equilibrio en el orden físico y de la equidad en el orden moral.
Lámina 2. Fuego y Agua
Fuego y agua
La figura simbólica cuya interpretación intentaremos, aunque con brevedad impuesta por la falta de espacio, nos muestra la primera letra de todos los alfabetos, la vocal por excelencia, trazada no ya con inertes rasgos, sino con dos figuras vivientes: una sierpe y un pez.
La A es la expresión más incondicionada de la voz humana, aquella en cuya pronunciación se emite el aliento de una manera más completa.
En el Devanagari (idioma de los dioses) la A está contenida implícitamente en todos los nexos silábicos, obteniéndose los demás sonidos vocales por meras modificaciones ortográficas.
Figura en primer término en la Santa Sílaba del Veda.
El Apocalipsis no se cansa de repetir la frase: «Yo soy el Alfa y el Omega» atribuyéndola al Verbo divino. Como si dijéramos: Yo soy la emanación y la reabsorción o, en otros términos, el primero en el Manvantara y el último en el Pralaya; tronco del Ser, del cual parten y al cual confluyen todas las vidas.
El LOGOS es expresión; la expresión es un tercer elemento que no es posible sin una dualidad anterior de Energía y Sustancia.
La primera fue simbolizada por el Fuego, una de cuyas representaciones jeroglíficas es la sierpe; la segunda por el Agua, que se representa en nuestro pantaclo por un pez.
Las tres vueltas que da la cola del reptil hasta la parte en que su cuerpo se yergue, expresan el aprendizaje -por decirlo así- de la Energía en los reinos elementales. En el cuarto plano (el de la realización) la Energía abraza a la Sustancia, la separa de sus reservorios universales y la sostiene emancipada, en cierto modo, de las leyes físicas.
La Vida es el resultado de este connubio, y la A por lo tanto simboliza la manifestación de la Vida. Cuando se relaja el vínculo constrictor con que la energía retiene s la sustancia, ésta vuelve al océano de donde procede. La materia viviente es, pues, el resultado de una acción especial de la Energía,
Voluntad o Fuego cósmico, sobre la materia general, simbolizada desde los tiempos más remotos por las Aguas.
La serpiente corresponde al signo zodiacal de Aries, el cordero (Agnus) que no es sino el velo gnóstico del Fuego Universal, AGNI.
El simbolismo ofita tiene íntima unión con todas las tradiciones religiosas.
Menos divulgado está el pez simbólico. Sin embargo se le halla en los mitos caldeos y en el primitivo cristianismo, como también en el Zodíaco, donde para indicar su naturaleza femenina, se lo relaciona con la duada.
El signo de Piscis es el último de la faja zodiacal, recorriéndola de Oeste a Este o sea en el orden en que los enumera la Astrología y que la Astronomía moderna ha conservado.