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¿Se ha aprendido algo de estas dos experiencias? Sí, nos dice Paul Grivas. Aunque todavía no existe una comprobación estadística, la experiencia indica dos cosas:

Primero, Control Mental no debe entrar en contacto con la vida de un adicto durante solo cuarenta y ocho horas, para después dejarle a él el resto de la labor. Para la mayor parte de nosotros el curso constituye una experiencia que nos transforma de manera permanente, pero para el adicto, que tiene que superar años, quizá toda una vida, de intenso acondicionamiento negativo, además de una adicción mental y física, es necesario que transcurra un periodo prolongado de ayuda adicional.

– Si me proporcionan un programa de rehabilitación de drogas en el que pueda hacer esto -dice Grivas-, obtendré resultados.

Segundo, si bien es difícil vencer a la drogadicción, el adicto absorbe más fácilmente que muchas otras personas el entrenamiento de Control Mental. El señor Grivas cree que la razón de esto radica en que Control Mental implica un estado alterado de conciencia. En tanto que la mayor parte de la gente jamás ha alterado su estado de conciencia, el drogadicto lo ha hecho con frecuencia. Lo que no ha hecho antes es ponerse a un nivel mental útil en el que pueda obtener el control en lugar de perderlo. Es en este aspecto en el que Control Mental le reserva una promesa especial al adicto.

Aunque no se han llevado al cabo estudios muy amplios en esta área, los relatos de éxito por parte de nuestros graduados son lo suficientemente frecuentes para indicar que la confianza del señor Grivas en Control Mental está bien fundamentada.

Aquí tenemos el relato de un graduado que curó su propia adicción en 1971. Todavía está "limpio".

Sabía que tenía un problema grave: adicción a la heroína. Mi nivel de comprensión en ese momento me impedía entender la forma en la que me iba a ayudar un curso llamado Control Mental, que sostenía entre otras cosas, que ayudaba a la gente a eliminar hábitos indeseables, si yo ya había probado la mayor parte de los métodos de rehabilitación para drogadictos. ¡Aunque me sentía escéptico, después de acudir a psiquiatras, psicoterapeutas, programas de metadona y hospitales, estaba dispuesto a probar cualquier cosa! Estaba convencido de que no viviría los tres años que faltaban para mi trigésimo cumpleaños, a menos que dejara el uso de la heroína y el modo de vida que esta exigía para conseguir hasta 200 dólares diarios de droga.

"Un hábito no es más que impresiones en las células cerebrales que han sido reforzadas por medio de la repetición", dijo el instructor de Control Mental. "Al cambiar la programación en el nivel de la causa, la mente subconsciente", continuó, "cambiamos los patrones del comportamiento en el nivel del efecto que es la dimensión de la conciencia externa". Desde el punto de vista lógico, me parecía que tenía sentido, pero mis niveles emocionales me decían que necesitaba emplear drogas para insensibilizarme ante la vida y ante los sentimientos negativos que abrigaba hacia mí mismo. Entonces el instructor nos proporcionó una técnica para modificar la imagen de nosotros mismos como personas débiles, carentes de voluntad, ineficaces, y sustituirlas por imágenes de seres humanos confiados, con un concepto saludable de nosotros mismos.

Todavía escéptico, pero con un destello de esperanza, empecé a cambiarme en mi imaginación a nivel "Alfa". Me programaba tres veces al día, mañana, tarde y noche, y me decía que para el 20 de julio, treinta días después de la fecha de mi primera programación, desaparecería para siempre todo deseo de consumir drogas. A lo largo de los treinta días seguí usando drogas, pero disminuí con lentitud la cantidad consumida, y lo planeé de tal manera que para la fecha límite que me había fijado habría dejado de consumir drogas por completo.-

En aquel grandioso día de julio dejé de consumir drogas y no las he vuelto a consumir desde entonces. Esto no se pareció en ningún sentido a las demás ocasiones anteriores, en las que dejaba de consumir drogas, solo para volver a hacerlo en unos cuantos días, o unas cuantas semanas. En esta ocasión mi sentimiento profundo me decía que genuinamente no tenía deseos de consumir drogas. No necesité de fuerza de voluntad, ni de sustitutos, ni de supresión de sentimientos y deseos. ¡Dio resultado! ¡Por fin estoy libre!

El alcoholismo, otro vicio más, está mucho más difundido que la drogadicción, y ensombrece muchas más vidas… millones de ellas tan solo en Estados Unidos. Sus víctimas también tienen la necesidad desesperada de vencer sentimientos de desamparo, fracaso y culpabilidad, para adquirir confianza en sí mismos y serenidad para facilitar su retorno a la salud.

Estas necesidades quedaron satisfechas cuando quince alcohólicos tomaron el curso de Control Mental en 1973 como parte de un proyecto de investigación que se llevó al cabo en un retiro campestre en donde se encontraban bajo tratamiento. El doctor De Sau evaluó los resultados. Aplicó el mismo test de personalidad que había usado con anterioridad con los alumnos graduados de la Universidad de Scranton y, al igual que en el estudio anterior, lo aplicó una vez inmediatamente antes del curso y otra, un mes después del mismo.

El contraste más marcado entre estas quince personas antes del curso y después del mismo se manifestó en el comportamiento de manipulación. En el perfil de grupo se observó un desplazamiento del control furtivo de la conducta, a una mayor franqueza y sinceridad en la persecución de los objetivos, un cambio que la casualidad produciría solamente una vez en un centenar de ocasiones. Otras modificaciones siguieron, en forma general, el patrón que se observó entre los estudiantes de secundaria y los graduados de quienes se habló con anterioridad. Adquirieron una mayor fortaleza del ego y una mayor confianza en sí mismos, y se mostraron más relajados y más abiertos a nuevas experiencias, todas estas, cualidades de valor inapreciable para cualquier persona que lucha por liberarse del alcohol.

Uno de los cambios más significativos fue una reducción en la "sensibilidad ante la amenaza", o ansiedad. El doctor De Sau escribió: "El área de la sensibilidad ante la amenaza, con su intensa tensión autónoma y su exceso de actividad, puede ser de importancia considerable para la comprensión del comportamiento del alcohólico. Es muy posible que los alcohólicos empleen el alcohol como un medio para tratar de equilibrar sus síntomas mentales físicos. El alcohol como una respuesta para equilibrar la mente y el cuerpo en una situación de amenaza podría proporcionar un alivio de ese nivel de ansiedad. Podría parecer que la mejoría en el concepto de sí mismo y la capacidad para enfrentar la ansiedad constituirían una alternativa significativa en lugar del alcohol".

El director del retiro campestre presentó un informe sobre los progresos de los quince nuevos graduados de Control Mental seis meses más tarde. (Con objeto de proteger su intimidad se utiliza simplemente la palabra "sujeto" o la letra "S" para hacer referencia a ellos, en lugar de emplear sus nombres).

Sujeto 1: No ha habido recaídas desde que se sometió al programa de rehabilitación de 90 días. Desde que tomó el curso de Control Mental. S ha progresado y ha dejado de ser un individuo muy pasivo y retraído, para convertirse en una persona cordial, sociable y de agudo ingenio.

Sujeto 2: Desde que tomó el curso de Control Mental, S no ha sufrido ninguna recaída y ha dejado la residencia y el programa de tratamiento en el retiro campestre. Parece ser que S está adquiriendo una sensación de bienestar y confianza en sí mismo.

Sujeto 3: No ha tenido recaídas desde que se sometió al tratamiento de rehabilitación en el programa del hospital. Desde que tomó el curso de Control Mental, S ha experimentado un progreso definitivo en el programa de A. A.

Sujeto 4: No ha sufrido recaídas desde su hospitalización antes de tomar el curso de Control Mental. Este ha reforzado en forma definitiva su programa de tratamiento terapéutico.

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