Este cuarto volumen de las Enseñanzas de don Juan se abre con un encuentro entre Castaneda y su maestro, en el que el discípulo pregunta a don Juan: «¿Por qué me dio plantas visionarias en el inicio de mi entrenamiento en el camino del conocimiento?» La respuesta a esta demanda es: «Por tu falta de sensibilidad; necesitaba una herramienta para abrir esa cabeza tan dura». Dicho y hecho: en este punto nuestro autor reemprende sus enseñanzas sin la ayuda explícita de las plantas, prosiguiendo su aprendizaje en el camino de la sabiduría del enigmático don Juan…
Con plantas o sin ellas, seguiremos en el reino de los ensueños, en el camino del conocimiento, en el mundo de los acertijos, asistiremos a diálogos enigmáticos y tronchantes entre don Juan y el aprendiz Castaneda, con unas descripciones y una narración llenas de una fina psicología, planteando y replanteando constantemente el concepto que uno tiene de al realidad y de la participación y dominio de la misma.
Esta entrega de las enseñanzas retoma la situación dónde se había dejado el segundo libro de la serie, Una realidad aparte -pues el tercer libro, Viaje a Ixtlán, fue una reelaboración de lo expuesto en los dos primeros libros, conformando la base para el doctorado que Castaneda presentó en la Universidad de UCLA. En Relatos de poder se expone, largo y tendido, una discusión sobre los conceptos del tonal y el nagual, sobre el conocimiento de las fuerzas y articulaciones del mundo invisible, del dominio de uno mismo, y de la interacción consciente, con propósito y con estrategia en el reino de lo visible e invisible.
Algunas personas han querido ver ciertas semejanzas entre lo expuesto en este libro y las enseñanzas zen. Sea como fuere, narrando actitudes zen o estrategias del guerrero Juan Matus, o bien refundiendo estados alterados de consciencia en episodios de ensoñación, este libro, como los otros de la serie, buen puede tomarse como un relato de enseñanzas, de diálogos sin desperdicio y de inquirir e preguntarse una y otra vez sobre el mundo en que vivimos.